Mariza acusa el paso para tomar el autobús en el paradero de la ruta 11 que la llevará al trabajo. Alta, de piernas espigadas y de garbo veredal, da una zancada afanada que permite a los ojos de Yesid las medias veladas apelmazando los largos vellos de la rodilla hacia abajo.
Cautivado desde enfrente, la mira de soslayo preparar las monedas para pagar su viaje mientras una de ellas se le escapa entre los dedos. Incómoda se agacha para recogerla.
Yesid cruza la calle, no ve la alcantarilla sin tapa.
Toma la moneda Mariza. Cae al hueco Yesid.
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